Page 456 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles


                Cuando llegó al pueblo encontró a su paso a una mu-
            chacha que al verlo con su flor en el pecho, dijo para ella
            misma: qué joven tan delicado que se pone en el pecho
            esa flor tan bonita. Hay cosas bonitas que son bien tristes
            también, como esa flor que se puso en el pecho ese señor
            que viene ahí. Ese debe ser una persona muy decente y a
            lo mejor es un poeta.
                Lo que ella estaba diciendo dentro de ella sobre ese
            asunto el hombre no lo escuchó con el oído, sino que como
            lo oyó fue con esa flor que tenía en el pecho.
                Eso no es gracia; cualquiera puede oír cosas por medio
            de una flor que se haya puesto en el pecho.
                La cuestión está en que uno sea un hombre bueno y
            reconozca que no hay mayores diferencias entre una flor
            colocada sobre el pecho de un hombre y la herida de que se
            muere inocentemente en el campo un pobre caballo.
                Qué iba a hacer, le regaló a aquella bonita muchacha la
            única cosa que había tenido en su vida, le regaló a la mu-
            chacha aquella flor que le servía a uno para oír cosas: ¿quién
            con un regalo tan bueno no enamora inmediatamente a
            una muchacha?
                El día que se casaron, como el papá de ella era un
            señor muy rico porque tenía una venta de raspado, le re-
            galó como 25 tablas viejas, dos ruedas de carreta y una
            moneda de oro.
                Con las veinticinco tablas el hombre de la flor se fabricó
            una carreta y a la carreta le pintó un caballo, y con la mo-
            neda de oro compró una cesta de flores y se las dio a comer
            al caballo que pintó en la carreta, y ese fue el origen de un
            cuento que creo haber contado yo alguna vez y que empe-
            zaba: «Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines».



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