Page 35 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa


                     y paqueticos de maicena
                     para rendir el chocolate,

                     pues al saber lo del mortuorio
                     irá un gentío del lugar,
                     porque sucede que en velorio
                     nada se paga por entrar.

                     Darán el pésame contritos,
                     serios y duros como piedras…
                     ¡Después contando cuentecitos
                     se volverán unos Saavedras!

                     A mi mujer de rato
                     en rato le dará ataque al corazón,
                     y le darán valerianato
                     o le dirán «Resignación…».

                     Y entre los fuegos nada amenos
                     de mis seis velas amarillas
                     me irán dejando todos, menos
                     los que se duerman en las sillas.

                     Por fin, un cura con salterio
                     me «salteará» alguna oración
                     y daré el viaje al cementerio,
                     como un pescado en mi cajón.

                     Mas no lloréis la muerte mía
                     porque, ¡quién quita!, a lo mejor
                     yo resucito al tercer día
                     sin ser ningún Nuestro Señor.

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