Page 164 - Sencillamente Aquiles
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SOCIEDAD DE CONSUMO
Ahora todas las cosas compradas se echan a perder antes
de los cinco días; y no le podemos reclamar a nadie.
Ni el departamento de reparaciones funciona, de modo
que nuestra casa va día a día llenándose de cosas lisiadas,
de radios tartamudos, de cámaras fotográficas ciegas, de
sentimientos que vinieron equivocados de fábrica.
De melancólicas sillas rotas que andan por toda la casa pi-
diendo limosna con su muleta debajo del brazo, de ganas de
vivir que se frustran dada la pésima calidad de las baterías.
Usted no sabe lo lamentable que es dormir en una almohada
a la que se le botan los sueños.
O a cada despertar tener que apresuradamente saltar a co-
rrer las cortinas para evitar que a la única ventana se le siga
botando el paisaje.
No sé cómo llegué el otro día a la estación de servicio, pues
resulta que a lo largo de todo el viaje se me había venido
botando la vida por el camino sin darme cuenta.
En los basureros de las ciudades hay cantidad de infelices
que viven de las cosas que se les botan a otros; de lo que el
tiempo va acumulando de las casas a las que se les botan
los recuerdos.
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