Page 159 - Sencillamente Aquiles
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MOZART COMESTIBLE








              Nadie sabía que el pobre Mozart tenía sus bolsillos llenos
              de monedas de oro.

              El pobre hombre se quitaba cada noche sus desventurados
              pantalones, y al sacárselos caían al suelo las tintineantes
              monedas. Pero como su esposa era medio sorda, creía que
              se trataba de monedas de plomo.

              La señora de Wolfgang Amadeus Mozart era muy
                                          [rigurosa en sus costumbres.

              Pensaba sinceramente que las heridas de aquel tan elegante
              corazón se cerrarían con curitas Johnson.
              Y se las aplicaba inútilmente cada noche, mientras el
              hermoso corazón de Mozart se desangraba en silencio,
              como si dijéramos una botella de jarabe que se le quiebra
              a uno secretamente en la bolsa de las compras.
              Mozart tenía muy mal carácter, muy mala memoria y muy
              mala suerte.

              Especialmente una vista pésima.
              Un día se subió en una nube creyendo que era el autobús.

              Otra vez mirando salir en sucesivo vuelo unas palomas de
              un palomar, se puso a gritar en plena calle: ¡Epa, epa, se
              están escapando los guantes!



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