Page 166 - Sencillamente Aquiles
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LA ALMOHADA
A los tres días de comprada me di cuenta de que a la al-
mohada que me vendieron por cuotas se le botaban los
sueños.
A los pocos días de comprado este apartamento me di
cuenta de que por sus ventanas se le botaba mi vida.
Me enamoré de una mujer a la que se le botaban mis pa-
labras por todas las grietas de su corazón echado a perder.
Me hice poner un corazón nuevo y a los pocos días se le sa-
lían mis sentimientos, y se me iban botando por las calles.
Me compré una juventud de transistores fabricada en
Japón y apenas estrenada me di cuenta de que por ella se
me iban botando los años.
Me subí en el autobús para ir a mi casa y a poco el chofer
nos dijo que debíamos bajarnos todos porque se le estaban
botando los pasajeros.
Me morí de tan fastidiado que estaba y resultó que al
cementerio se le estaban botando los muertos.
Yo no puedo ver una flor sin que se me boten las lágrimas.
Ni un paisaje sin que se me boten los ojos.
Cada noche llega una hora en que se me botan los panta-
lones y como digo, me reclino sobre una almohada a la que
se le botan los sueños…
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