Page 145 - Sencillamente Aquiles
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ELOGIO INFORMAL DE LA HALLACA








                     Pasadme el tenedor, dadme el cuchillo,
                     arrimadme aquel vaso de casquillo
                     y echadme un trago en él de vino claro,
                     que como un Pantagruel del Guarataro
                     voy a comerme el alma de Caracas,
                     encarnada esta vez en dos hallacas.

                     ¡Ah, de solo mirarlas por encima
                     hasta un muerto se anima!
                     Regordetas, hinchonas, rozagantes,
                     dijérase al mirarlas tan brillantes
                     que para realzarles la vitola
                     las hubieran limpiado con Shinola;
                     a lo que agregaremos el hechizo
                     de un olor más sabroso que el carrizo.

                     Pero desenvolvamos la primera,
                     que ya mi pobre espíritu no espera.


                     Con destreza exquisita
                     corto en primer lugar la cabuyita
                     y con la exquisitez de quien despoja
                     de su manto a una virgen pliegue a pliegue,
                     levantándole voy hoja tras hoja,
                     cuidando de que nada se le pegue.

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