Page 134 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
(Y una tarde, tarde cualquiera,
y procedente de la acera
de la antigua universidad,
se presentó una periquera
de San Francisco a Sociedad.
Y amenazada la dulcera
de ser tumbada en la carrera
que la arrollaba sin piedad,
no se movió de allí siquiera,
sino se irguió grave y severa
con la más alta dignidad,
y en la británica bandera
embojotó su humanidad.)
¿Qué se habrá hecho la dulcera
de la esquina de Sociedad?
Yo no lo sé, mas dondequiera
que se haya ido a refugiar,
sepa que aún queda un poeta
—tal vez el último juglar—
que dejara su actual dieta
que es casi toda de galleta
de la más dura de mascar,
para en alguna tarde quieta
volver sus dulces a probar.
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