Page 139 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa
De tu quietud avaro,
jamás cruzó tus noches sino el viento,
y con ellas, al claro de luna de cuento,
¡me volviste un romántico irredento!
Y he aquí que de pronto
la mano del progreso te hace trizas
y caes como un tonto
viendo, en tanto agonizas,
que de Cenizo pasas a cenizas.
Y sobre cuanto fueras
alzará un puente su potente giba
con sus líneas severas
y con su comitiva
de zoquetes que escupen desde arriba…
¡Tú debajo de un puente!
Tú ejerciendo funciones de quebrada y
en barranco indecente
tu calle transformada.
¡Cenizo, ya lo ves, no somos nada!
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