Page 119 - Sencillamente Aquiles
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PROFESIÓN DE BANQUERO








                     Extraña profesión la del banquero:
                     dibujar lagartijas en billetes,
                     comerse puntualmente su tabaco
                     y pinchar con su pluma entomológica
                     los números servidos a su mesa.

                     Instalado en su silla vaticana
                     pellizca aquí y allá menudas cifras
                     o bien al escuchar la trompetilla
                     que le tira un audífono privado,
                     asume una actitud de esbelto brindis
                     y se bebe el teléfono de un trago.


                     Extraña profesión la del banquero:
                     ponerse bicicletas en los ojos,
                     limpiarlas cuando llega otro banquero
                     con su gentil pañuelo junto al cual
                     lleva también un corazón Luis XV,
                     o ponerse a decir cosas aseadísimas
                     con ademanes propios de conejo
                     ante una dactilógrafa de vidrio
                     que se sienta ante él como una etcétera.


                     A las once el banquero toca el timbre,
                     pues es la hora de tener jaqueca

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