Page 115 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa


                     Mientras esta lava el suelo
                     aquella cuida, hacendosa,
                     que esté el dulce de lechosa,
                     a punto de caramelo;
                     después se arreglan el pelo
                     las dos, y van en carrera
                     rogándole a Dios que quiera
                     el pulpero de la esquina
                     ponerles la gelatina
                     por un rato en la nevera.


                     Lleno todo requisito
                     y abiertas ya las ventanas,
                     las pimientosas hermanas
                     comienzan el arrocito:
                     un «pickup» a todo grito
                     y lo demás es bailar…
                     De vez en cuando a Pilar
                     se la escucha entre el jaleo:
                     —¡Si se va don Servideo
                     yo me voy a disgustar!


                     Y así transcurre la fiesta
                     sin grandes complicaciones,
                     salvo algunas ocasiones
                     en que un vecino protesta
                     y un borracho le contesta
                     con algunas groserías…
                     Después, las vecinas mías
                     amanecen «de a centavo»,
                     pensando en sacarse el clavo
                     con las botellas vacías…

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