sencillamente aquiles
O, rumbo al frío Norte, París o Gran Bretaña,
yo me extraño,
tú te extrañas,
él se extraña.
Y por eso, temiendo que nos cojan la falla,
yo me callo,
tú te callas,
él se calla.
Moraleja: Por la ley del chivato, que es una ley eterna,
yo gobierno,
tú gobiernas,
él gobierna.
110