Page 42 - Sábado que nunca llega
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earle herrera


            el que no me advirtió pero cuando le puse la mano en la
            nívea y abundosa barba levantó su mirada de lluvia y con
            su siempre complejo de superioridad me preguntó qué
            quería, restregándome antes un simple mortal en plena
            cara que me hizo sentir hormiga negra, o menos todavía,
            mínima  polilla.  Te  jodiste  Tiempo,  te  jodiste;  siempre
            han dicho que tú sabes más por viejo que por diablo, pero
            aquí van a acabar viejo y diablo de una sola vez. Continuó
            inmutable sus insultos llamándome criatura insensata y
            ante esa inexcusable ofensa le deslicé mis manos hasta el
            pescuezo; entonces se achicó. Pago el apartamento y una
            llovizna pertinaz congestiona el tráfico, toda la ciudad se
            paraliza por varias horas y así pasó un rato interminable
            con la cara achatada contra el vidrio de la puerta del por
            puesto. El Tiempo está temblando, está asombrado, sin
            duda, está cagado. Te jodiste, Tiempo, te jodiste. Por fin
            llego a la casa y me sale Marisela con que el carajito ha
            empeorado; paso toda la noche de hospital en hospital,
            toda la noche de llanto en llanto y a las cinco y media
            de la mañana, todavía oscurito, el incansable despertador
            vuelve inmisericorde a sonar.
                Me levanto forzosamente poniendo por delante un
            maldito sea que sale por la rendija de la ventana y recorre
            todo el camino hasta la oficina, la oficina, la oficina. De
            pronto se me vuelve niño, no es muy agradable apretarle
            el pescuezo a un infante de tres años, pero me doy cuenta
            de su truco, espermatozoide que te vuelvas te retuerzo el
            pescuezo. Tres veces se me cae la pasta del cepillo dental y
            se desliza por el hueco del lavamanos, babosa y juguetona,
            como nunca falta, no voy a acabar hoy de cepillarme.
            Hace tiempo vienes convirtiendo mi vida en una bola de
            ansiedad, en una espiral de angustia; mientras uno vive

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