Page 110 - Perforación mediática
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Cuando el pueblo de Puerto Rico se declaraba en alerta
roja ante la llegada inminente del huracán con nombre mariano,
el presidente de facto de Brasil tronaba en la Organización de
Naciones Unidas contra Venezuela. El dictador carioca se daba el
cínico tupé de denunciar “dictaduras”, luego de perpetrar con un
atajo de corruptos un golpe de Estado contra la presidenta cons-
titucional Dilma Rousseff. Maquillaba su cinismo arremetiendo
contra un país vecino: Venezuela.
Cuando un devastador terremoto azotaba México, varios
jefes de Estado latinoamericanos –Santos, Varela, Kuczynski,
Temer, Macri– eran invitados a una cena con el jefe del imperio,
Donald Trump, no para planificar la ayuda al país azteca, sino
para recibir instrucciones de la posición común que debían llevar
a la Asamblea General de la ONU contra un país insumiso, eso
sí, llamado República Bolivariana de Venezuela.
Cuando el número de víctimas mortales del terremoto en
México superaba las 200 y sobre el sufrido país se cernía la ame-
naza de erupción del Popocatépetl, el presidente Juan Manuel
Santos, en lugar de mostrarse solidario u ocuparse de los gra-
ves problemas de su país, declaraba que le “duele”…Venezuela.
¡Alerta! En la medida que el dolor de Santos por la patria de
Bolívar sea mayor, más debe preocuparse el pueblo bolivariano
de Venezuela.
Cuando huracanes, tormentas y terremotos provocaban
dolor y muerte en nuestra América mestiza, el jefe del imperio,
sus adláteres de la Unión Europea y una camada de cachorros
alfombrados de América Latina, se agavillaban para organizar una
conspiración contra el pequeño y terco país que se niega a ser un
perro echado en la alfombra imperial y que, desde la Asamblea
Nacional Constituyente de 1999, lleva con orgullo el nombre
libertario de República Bolivariana de Venezuela.
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