Page 79 - Lectura Común
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Luis Alberto Crespo
               punta, próximo a Ramos Sucre, con quien comparte el gusto por
               el fantasma, la nocturnidad, la casa tapiada, el gemido del búho,
               el zumbido del viento, el insomnio, el trasmundo. ¿Habrá querido
               llevar vida apartada para darse a la lectura y a la escritura en su
               escondite de Maripérez? No lo sé, nadie lo sabe.
                  Hace ya un rato que se nos escapa de la ciudad, la ciudad visible
               que solía frecuentar, por lo que el nombre de esta, su más reciente
               obra, podría significar más bien la contradicción de lo que pro-
               pone: el ocultamiento de lo visible. Sin embargo, para quien ha
               transitado su poética, Eclipse reitera y prolonga un destino crea-
               dor que no ha torcido nunca su rastro desde los libros iniciales,
               Fantasmas y enfermedades y Los venenos fieles o los de la madu-
               rez, La depravación de los astros y Los huéspedes nocturnos.
                  Consultor de tratados de alquimia y grimorios de esoterismo,
               asiduo de la literatura del misterio y de lo insólito, Pérez Perdomo
               orientó de pronto su interés por los fantasmas rurales de los pue-
             [ 78 ]  blos brumosos de Trujillo, su tierra natal. La estructura narrativa
               de sus poemas probó así nuevas motivaciones. Las otroras pre-
               sencias de la tiniebla que provenían de las lecturas de su biblio-
               teca se nos tornaron más familiares, copiaron nuestra apariencia
               y una geografía reconocible. La niebla de los páramos de Boconó
               y de San Miguel suplió a las brumas medievales de los castillos y
               las encinas; el picudo gorro de los brujos de Transilvania cedió su
               fieltro de pluma de cuervo al sombrero campesino trujillano de
               hilo de paja. Un libro, El límite infinito, los reúne en esas aldeas
               que parecieran desaparecer al menor paso de la neblina sin más
               huella de realidad que la del murmullo humano, el silbo del pájaro
               toche y el soplido del mochuelo. La luz es la de la luna plena y su
               fulgor el curso del río Burate.
                  La hora es siempre nocturna. No otra es la atmósfera que
               cruza la lectura de  Eclipse, sólo que esta vez Pérez Perdomo
               alterna el testimonio con la crónica, el dibujo de los personajes
               y la descripción de paisajes con la citas de los libros y de las figu-
               ras históricas y míticas, a veces a manera de diario, de carnet de
               anotaciones.




       Lectura comun heterodox   78                                    13/4/10   12:35:22
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