Page 71 - Lectura Común
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Luis Alberto Crespo
               las lenguas del arte y el humanismo, Jiménez Emán no limita sus
               dones a pensar e imaginar para sí. El fruto de su saber y su sentir
               lo ha cedido a los prójimos de su oficio, quienes comparten con
               él el diálogo de las culturas y abrevan en la fuente nutricia de sus
               virtudes pedagógicas en busca de disciplina estética. Yo lo he
               visto abandonar su soledad creadora para trabajar en la forja de
               un país sensitivo y de conciencia social y política, animar talleres,
               representar a la Red de Escritores de Venezuela, hacer oír su voz
               de pensador y de poeta en congresos y festivales dentro y fuera del
               país, fundar revistas y agrupaciones literarias y velar por la obra
               de su padre y maestro mágico, Elisio Jiménez Sierra, cuya eterni-
               dad evocáramos hace apenas unos días.
                  Autor de numerosos títulos, por los que obtuviera merecidas
               distinciones, ha cedido recientemente al sello El Perro y la Rana,
               del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, su libro El con-
               traescritor. En brevísimo prólogo (a lo sumo dura cinco líneas)
             [ 70 ]  advierte y sorprende al lector acerca de su contenido: “Este libro
               no es un libro. Es un conjunto de palabras con frío acurrucadas en
               páginas al azar. No quieren decir nada. Sólo están ahí, aleteando
               siempre en la marea blanca”.
                  Pero se equivoca: sí dicen y mucho y bastante. Tratan esas
               palabras de aforismos, de anatemas, de anotaciones a pie de
               página o en las orillas de los carnets, los diarios, los flancos de las
               lecturas. El título mismo no es en nada caprichoso. Contiene pen-
               samientos, reflexiones orientadas a disuadir a los incautos, a aque-
               llos que suponen el oficio de escribir como un don de los dioses,
               un asunto de predestinados o de ungidos. Es pues “un manual”,
               así, entre comillas, de desacreditaciones y desencantos.
                  El autor quiso organizarlo en distintos asuntos: a más del que
               da nombre al libro, los llama “Erosiones amorosas”, “Aleteos de la
               ficción”, “Arte y Cultura: precisiones y ambigüedades”, “Luces del
               fracaso”, “La vida al revés” y “Vida en familia”.
                  El humor y la ironía hacen alianza con la docta disertación y la
               confidencia da paso a la añoranza. Páginas hay, como las de “Ale-
               teos de la ficción”, que bien podrían servir para una metodología




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