Page 35 - Lectura Común
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Luis Alberto Crespo
               cuanto es y ha sido íntimo antes de volverse materia de evocación
               y alabanza. El tránsito de su poesía por la existencia cotidiana se
               detiene a menudo en regiones que definen a su patria afectiva. La
               aflicción y el desgarro que en ella ha conocido no logran ensom-
               brecer su voz. Ella resiste a lo que intenta mortificarla. De allí que
               sobreviva a toda tristura, conviviendo con ella, aceptándola como
               necesaria para su entendimiento con la terredad. De allí el aire
               de sosiego que respiran sus motivos poéticos con los que evoca
               al próximo de su amor y de su afecto, al que dura aún en nuestra
               mirada y en las palabras y al que dejó de tardarse en ellas. Si el
               mundo en nuestros sentidos es efímero, si el frío y la desnudez del
               fin nos aguardan, todavía hay tiempo, parece decirnos la poesía
               de Carlos César Rodríguez, para contemplar la última hoja ver-
               decida, el renovado canto final del pájaro, la intensa luminosidad
               del ocaso. Desde antiguo, esa ha sido la prioridad de la palabra
               poética: su poder de conjuro frente a aquello que nos derriba y
             [ 34 ]  nos olvida en el polvo. Es improbable que hallemos en su obra
               motivación alguna que ceda al pesimismo, al desaliento. Siempre
               habrá en ella el hálito de lo renaciente, lo restablecedor. La muerte
               suele visitarla, la voluntaria y la ineludible, también la pérdida del
               deleite, la mácula de la ilusión, el acoso del desconcierto y la pena,
               pero más pueden el mar, las nubes, los senderos, la luz y el espacio
               nunca vacío porque lo ocupa la vida, la vida propia y la común que
               en Venezuela, el país que tiene nombre de montaña y colina, costa
               y llanura, horizontes de agua y suelo largos. Hay una hoja amarilla
               en unos de los poemas que reúne toda esta poesía titulada Anubi-
               zajes, editada no ha mucho por el sello Mucuglifo de Mérida, una
               hoja amarilla, digo, que guardo conmigo y quiero compartirla con
               mis amigos en esta mañana. Es esta:


                  De todo el sol de otoño
                  sólo queda
                  en la más alta rama
                  una hoja amarilla,






       Lectura comun heterodox   34                                    13/4/10   12:35:14
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