Page 33 - Lectura Común
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Luis Alberto Crespo
               bien dedicado a celebrar a quienes admira y estudia en sus trabajos
               ensayísticos y en sus lecciones de aula universitaria.
                  Lo que da particular relieve a Ámbito disipado es precisa-
               mente ese juego verbal expreso y tácito de títulos, poemas, fra-
               ses, tomados aquí y allá de sus lecturas y su decir personal. Libro,
               pues, de múltiple glosa. Se cita y cita, crea y se recrea, siempre
               oyéndose y oyéndonos, de tal suerte que leemos uno y muchos
               libros. No pocas veces  regala dedicatorias,  como  si al hacerlo
               actuara en su goce de celebrante. Alfredo Silva Estrada creó en
               Dedicación y ofrendas una poética del elogio con la que Cuartín
               guarda cierta cercanía, bien que la suya participe de la teorización
               y la ilustración para orientar el fin que persigue: el de imaginar a
               través del espejo, no desde fuera, el de inventar siguiendo de cerca
               una escritura, un estilo y una motivación, con las cuales se identi-
               fica mostrándolos y ocultándolos en un juego de mediasombras.
                  Nos contenta sabernos  entre los suyos, cediéndole algún
             [ 32 ]  título y no pocas imágenes. Palomares, Sánchez Peláez, Barroeta,
               Lydda Franco Farías, Ana Enriqueta Terán, Eduardo Zambrano
               Colmenares y tantos otros, íntimos en el cariño y en la regionali-
               dad, como el sabio Ibrahín López García, y lejanos en el tiempo y
               en la lengua, como Rimbaud, escriben con Cuartín su libro indi-
               vidual y colectivo. Los epígrafes de Góngora, Quevedo, Gracián
               abren senderos a una segunda o tercera lectura, la del presente del
               futuro, la del presente del pasado y la del presente del presente,
               que conforman su estructura visual.
                  Una cita de Juan Sánchez Peláez explica con creces su orga-
               nicidad y su sustancia: “…mi oficio es como la lluvia, acariciar,
               penetrar, hundirme”. Entonces, el enigmático título que escondía
               el nombre del libro se disipa. Significa ser uno mismo siendo el
               otro, porque, no lo olvidemos, “yo es otro”.













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