Page 251 - Lectura Común

Luis Alberto Crespo
El filósofo, ensayista, lingüista y profesor universitario había
sido elegido en esta fiesta de la lectura para rendirle tributo a su
saber y a su imaginario literario y reflexivo.
La mañana iba ya alta cuando sus lectores acudieron a escu-
char al barbado señor del pensamiento y la fantasía en torno a
lo que aviva su más caro fervor: la escritura y sus lenguas (de las
cuales lee y habla diez con sorprendente holgura) y su muy largo
camino de criptogramas e ideogramas, teniendo como libros la
piedra, la arcilla, la piel de los animales y de los juncos del Nilo.
Sí —insistiría en la Sala Ana Julia Rojas de Unearte—, fueron
los pueblos ágrafos quienes nos enseñaron a leer y a escribir. El
cuerpo de la mujer —la forma de cuña de su pubis— sirvió para
trazar la escritura cuneiforme de los babilónicos.
Los libros de su autoría se mostraban a la puerta de los vento-
rrillos, ora en reediciones, ora en nuevos títulos, bajo los sellos de
[ 250 ] Monte Ávila Editores, El Perro y la Rana y La Castalia, la cual difunde
la “Biblioteca J. M. Briceño Guerrero” desde hace ya un tiempo.
De esta editorial es La mirada terrible, el volumen más
reciente del gran venezolano, apureño de Palmarito, como Juan
de los Santos Contreras, El Carrao, la voz más sonora y envalento-
nada del canto llano.
Adepto de la heteronimia, gusta escudarse tras distintas
identidades. La de Jonuel Brigue acaso sea a la que con frecuen-
cia acude para dar rienda suelta a sus ficciones narrativas. La
suya propia la reserva para la meditación histórica y filosófica. Es
entonces Brigue el autor de esta nueva obra, una de las muchas
que le han dado larga nombradía en las letras venezolanas. ¿Qué
es La mirada terrible? El título es préstamo del kárate, el arte y la
técnica japonesa de la defensa personal y de la que se tiene harta
noticia. Pero tal referencia es apenas uno de los numerosos labe-
rintos temáticos por los que transcurre la anécdota del libro.
El escritor nos ha acostumbrado a adentrarnos en la escritura
de Brigue como por una serie de pasadizos donde nos topamos con
hechos y lugares reconocibles (en este caso Barinas y Barquisimeto),

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