Page 255 - Lectura Común

Luis Alberto Crespo
negarles su voluntad de ser uno en la multicidad de sus dones
creativos y en su regalo del patrimonio popular del que son indes-
mayables celadores cuantas veces difunden a través de la voz, el
baile y el instrumento, el espíritu de las culturas que nos explican
en el mundo.
A la excelencia de los logros de la agrupación, únese la de su
disciplina pedagógica, ambas ofrecidas con fervor y largueza.
Cada cantante, cada ejecutante, quienquiera que pertenezca a su
nutrido cuerpo de baile, atiende al respeto de una estética trasmi-
tida desde tiempos inmemoriales y observada vigilia de las tra-
diciones de la Venezuela entrañable. Al artista que los distingue,
sucede, en íntima valía, el maestro, el docente de los Talleres de la
Cultura Popular de la Fundación Bigott, venero de generaciones
de cantantes, músicos y bailarines.
La tierra, nuestra tierra de adentro y la tierra otra, la de afuera,
[ 254 ] saben de ellos y los celebra. Cada vez que ocurre, la Venezuela de
sus pueblos perdura. Los cultores del tambor y la guitarra, los tro-
vadores de la copla y la décima y los danzantes del rito mágico-
religioso han hallado en Los Vasallos del Sol el pensar y el sentir
de su identidad musical y rítmica. Prodigar y preservar sus cantos
y sus danzas han animado siempre su destino. De esta guisa ento-
nan y gestualizan su historia.
Y he aquí su mejor conquista: la de personificar (multiplicán-
dose) nuestro ser particular y distinto, nuestro modo de celebrar
la vida y de entenderla y perpetuarla más allá de la desmemoria o
el olvido.
¡Cuánto les debe Venezuela! ¿Qué seríamos sin ellos?

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