Page 146 - Lectura Común
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La lectura común Por el ojo de la letra
Esperanza Gualdrón contrasta con su sosegado talante: ella sabe que
cuenta con José Segundino Reyes para difundir el mapoyo entre los
niños con los programas de talleres de la Casa Nacional de las Letras
Andrés Bello.
La socióloga nos pide que dirijamos una rogativa al Ministerio
de Ciencia y Tecnología para que restaure con premura el desman-
telado pararrayos (las nubes amenazan con oscurecer los cielos del
municipio), y otra a la Red de Bibliotecas Públicas para que nutra de
lectura la Escuela con nuevos títulos, sobre todo con libros útiles, y
los dote de anaqueles que los libren del viento y la inclemencia del
sol y del aguacero. No se oye música en El Palomo. “No se ve ningún
instrumento en la escuela, siquiera una flauta de viento, un cuatro”,
nos dice Esperanza Gualdrón. Y ¿cómo hacer —agrega— para que
Bauxilum restablezca los límites de sus tierras ancestrales?
Los miembros del Consejo Comunal han solicitado en una
carta a la Coordinación de la Sala de Cine Comunitario el benefi-
cio de una proyección cinematográfica itinerante que contente al [ 145 ]
caserío y a las otras comunidades indígenas vecinas.
Este conmovedor testimonio sobre los mapoyos prueba
cuánta Venezuela queda aún por hacer para que su lectura y su
escritura no terminen siendo como aquel poema de Ramón Palo-
mares “donde la gente vive preguntando por los de lejos (…) con la
tristeza de sentirse andando sin saber qué, dónde, qué fines y qué
purgas son”.
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