Page 108 - Lectura Común

La lectura común Por el ojo de la letra
tiembla por mi día”, con “ese brillo fulgurante/que se acerca a lo
que está lejos”, porque se diría que el ser que esquiva y muestra su
presencia de animal del amor, es materia, cosa, vacío de lo que se
ama o amara al que abraza “con mucha fuerza como a una toalla”
o “como carne líquida llegando a tu cuerpo”.
Dije que hallaba en esta poesía una lírica, una orfebrería ver-
bal en la que toda mención de abandono, de viudez o adiós del
cuerpo amante cobra la misma sensualidad que aquella que
regala la plenitud de su posesión. Creo además que Cecilia Ortiz
luce una virtud, esa escasa virtud que sólo es frecuente en los poe-
tas que cumplen con la exigencia de Silva Estrada: “el de poeti-
zar, pues, nunca alejado de lo vivido”, mas sin conformarse con
“instalarse pasivamente en ese acopio”. En otras palabras, ella se
muestra atenta a la formulación del motivo, proponiéndolo como
“lugar sorprendente del poema”.
Algo así, entre la elección del motivo y su materia, está pre-
sente en un poema de Trébol de la memoria con el que queremos [ 107 ]
celebrar la muestra antológica de una obra de escritura y conte-
nido totalizadores, nunca sorda, siempre sonora, jamás estro-
peada por facilismos ni apuradas conclusiones.
Es este, escuchémoslo.

Y buscar esa alondra dorada que tienes
por pecho.
El peso aglutina mi poco de historia
define y opaca esta existencia
desvanecida en la profundidad
¿quién te quiere?
afuera ya es demasiado tarde
para buscarte.
Corazón peciolado
ama, solo
y busca esa alondra dorada
que no existe.

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