Page 198 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               escollo. En estas páginas Herriot cuenta sus conversaciones con Kamenef,
               Trotsky, Krassin, Rykoff, Dzerjinski, etc. En Dzerjinski reconoce un Saint
               Just eslavo. No tiene inconveniente en comparar al jefe de la Checa, 154  al
               Ministro del Interoir de la Revolución Rusa, con el célebre personaje de la
               Convención francesa. En este hombre, de quien la burguesía occidental
               nos ha, ofrecido tantas veces la más sombría imagen, Herriot encuentra
               un aire de asceta, una figura de ícono. Trabaja en un gabinete austero, sin
               calefacción, cuyo acceso no defiende ningún soldado.
                  El ejército rojo impresiona favorablemente a Herriot. No es ya un
               ejército  de  seis  millones  de  soldados  como  en  los  días  críticos  de  la
               contrarrevolución. Es un ejército de menos de ochocientos mil soldados,
               número modesto para un país tan vasto y tan acechado. Y nada más
               extraño a su ánimo que el sentimiento imperialista y conquistador que
               frecuentemente se le atribuye. Remarca Herriot una disciplina perfecta,
               una moral excelente. Y observa, sobre todo, un gran entusiasmo por la
               instrucción, una gran sed de cultura. La revolución afirma en el cuartel
               su culto por la ciencia. En el cuartel, Herriot advierte profusión de libros
               y  periódicos;  ve  un  pequeño  museo  de  historia  natural,  cuadros  de
               anatomía; halla a los soldados inclinados sobre sus libros. “Malgrado la
               distancia jerárquica en todo observada —agrega— se siente circular una
               sincera fraternidad. Así concebida el cuartel se convierte en un medio
               social de primera importancia. El ejército rojo es precisamente una de
               las creaciones más originales y más fuertes de la joven revolución”.
                  Estudia el libro de Herriot las fuerzas económicas de Rusia. Luego se
               ocupa de sus fuerzas morales. Expone, sumariamente, la obra de Lunat-
               charsky. “En su modesto gabinete de trabajo del Kremlin, más desnudo
               que la celda de un monje, Lunatcharsky, gran maestro de la universidad
               sovietista”, explican a Herriot el estado actual de la enseñanza y de la
               cultura en la Rusia nueva. Herriot describe su visita a una pinacoteca.
               “Ningún cuadro, ningún mueble de arte ha sufrido a causa de la Revolu-
               ción: Esta colección de pintura moderna rusa, se ha enriquecido notable-
               mente en los últimos años”. Constata Herriot los éxitos de la política de


               154   Policía  de  Seguridad  del  Estado  Soviético  durante  los  primeros  años  de  la
                   Revolución.


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