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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
relativista de la política. No es accesible al sectarismo de la derecha ni
al sectarismo de la izquierda. Es un político frío, cerebral, risueño, que
matiza sus discursos con notas de humorismo y de ironía. Es un político
que a veces, cuando gobierna, por ejemplo, fa dello spirito, 126 como dicen
los italianos. Pertenece a esa categoría de políticos de nuestra época que
han nacido sin fe en la ideología burguesa y sin fe en la ideología socia-
lista y a quienes, por tanto, no repugna ninguna transacción entre la idea
nacionalista y la idea internacionalista, entre la idea individualista y la
idea colectivista. Los conservadores puros, los conservadores rígidos,
vituperan a estos estadistas eclécticos, permeables y dúctiles. Execran
su herética falta de fe en la infalibilidad y la eternidad de la sociedad
burguesa. Los declaran inmorales, cínicos, derrotistas, renegados. Pero
este último adjetivo, por ejemplo, es clamorosamente injusto. Esta gene-
ración de políticos relativistas no ha renegado de nada por la sencilla
razón de que nunca ha creído ortodoxamente en nada. Es una genera-
ción estructuralmente adogmática y heterodoxa. Vive equidistante de
las tradiciones del pasado y de las utopías del futuro. No es futurista ni
pasadista, sino presentista, actualista. Ante las instituciones viejas y las
instituciones venideras tiene una actitud agnóstica y pragmatista. Pero,
recónditamente, esta generación tiene también una fe, una creencia. La
fe, la creencia en la civilización occidental. La raíz de su evolucionismo
es esta devoción íntima. Es refractaria a la reacción porque teme que la
reacción excite, estimule y enardezca el ímpetu destructivo de la revo-
lución. Piensa que el mejor modo de combatir la revolución violenta
es el de hacer o prometer la revolución pacífica. No se trata, para esta
generación política, de conservar el orden viejo ni de crear el orden
nuevo: se trata de salvar la civilización, esta civilización occidental, esta
abendlaendische Kultur 127 que, según Oswald Splenger, ha llegado a su
plenitud y, por ende, a su decadencia. Gorki, justamente, ha clasificado a
Nitti y a Nansen como a dos grandes espíritus de la civilización europea.
En Nitti se percibe, en efecto, a través de sus escepticismos y sus rela-
tivismos, una adhesión absoluta: su adhesión a la cultura y al progreso
126 Traducción literal: hace del espíritu.
127 Cultura de Occidente.
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