Page 141 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
por primera vez en su vida, le resulta inasequible. Estos terribles tiempos de
carestía la constriñen a la economía, al ahorro, a la cooperación.
Los que actualmente tienen derecho para sonreír son, por ende, los
críticos marxistas. Las elecciones inglesas confirman las aserciones de la
lucha de las clases y del materialismo histórico. Frente a frente no están
hoy, como antes, dos partidos sino dos clases.
El vencido no es el socialismo sino el liberalismo. Los liberales y
los conservadores han necesitado entenderse y unirse para batir a los
laboristas. Pero las consecuencias de este pacto las han pagado los libe-
rales. A expensas de los liberales, los conservadores han obtenido una
mayoría parlamentaria que les consiente acaparar solos el gobierno.
Los laboristas han perdido diputaciones que los conservadores y libe-
rales no les han disputado, esta vez, separada sino mancomunada-
mente. El conchabamiento de conservadores y liberales, ha disminuido
su poder parlamentario; no su poder electoral. Los liberales, en tanto,
han visto descender junto con el número de sus diputados el número de
sus electores. Su clásica potencia parlamentaria ha quedado práctica-
mente anulada. El antiguo partido liberal ha dejado de ser un partido de
gobierno. Privado hasta de su líder Asquith, es actualmente una exigua y
decapitada patrulla parlamentaria.
Este es, evidentemente, el signo del liberalismo en nuestros tiempos.
Donde el capitalismo asume la ofensiva contra la revolución, los liberales
son absorbidos por los conservadores. Los liberales británicos han capi-
tulado hoy ante los tories, como los liberales italianos capitularon ayer
ante los fascistas. También la era fascista se inauguró con el consenso de
la mayoría de la clase burguesa de Italia. La burguesía deserta en todas
partes del liberalismo.
La crisis contemporánea es una crisis del Estado demo-liberal. La
Reforma protestante y el liberalismo han sido el motor espiritual y político
de la sociedad capitalista. Quebrantando el régimen feudal, franquearon
el camino a la economía capitalista, a sus instituciones y a sus máquinas. El
capitalismo necesitaba para prosperar que los hombres tuvieran libertad
de conciencia y libertad individual. Los vínculos feudales estorbaban su
crecimiento. La burguesía abrazó, en consecuencia, la doctrina liberal.
Armada de esta doctrina, abatió la feudalidad y fundó la democracia. Pero
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