Page 136 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos
comprendió que Alemania no podía pagar una indemnización excesiva.
Pero el ambiente delirante, frenético, histérico, de la victoria, lo obligó a
adherirse, provisoriamente, a la tesis contraria. El contribuyente inglés,
deseoso de que los gastos bélicos no pesasen sobre su renta, mal infor-
mado de la capacidad económica de Alemania, quería que ésta pagase
el costo integral de la guerra. Bajo la influencia de ese estado de ánimo,
se efectuaron las elecciones, presurosamente convocadas por Lloyd
George a renglón seguido del armisticio. Y para no correr el riesgo de
una derrota, Lloyd George tuvo que recoger en su programa electoral esa
aspiración del elector inglés. Tuvo que hacer suyo el programa de paz de
Lord Northcliffe y del Times, adversarios sañudos de su política.
Igualmente Lloyd George era opuesto a que el Tratado muti-
lase, desmembrase a Alemania y engrandeciese territorialmente a
Francia. Percibía el peligro de desorganizar y desarticular la economía
de Alemania. Combatió, por consiguiente, la ocupación militar de la
ribera izquierda del Rhin. Resistió a todas las conspiraciones francesas
contra la unidad alemana. Pero, concluyó tolerando que se filtraran en
el Tratado. Quiso, ante todo, salvar la Entente y la paz. Pensó que no era
la oportunidad de frustrar las intenciones francesas. Que a medida que
los espíritus se iluminasen y que el delirio de la victoria se extinguiese,
se abriría paso automáticamente la rectificación paulatina del Tratado.
Que sus consecuencias, preñadas de amenazas para el porvenir europeo,
inducirían a todos los vencedores a aplicarlo con prudencia y lenidad.
Keynes en sus Nuevas consideraciones sobre las consecuencias econó-
micas de la paz comenta así esta gestión: “Lloyd George ha asumido
las responsabilidad de un tratado insensato, inejecutable en parte, que
constituía un peligro para la vida misma de Europa. Puede alegar, una
vez admitidos todos sus defectos, que las pasiones ignorantes del público
juegan en el mundo un rol que deben tener en cuenta quienes conducen
una democracia. Puede decir que la Paz de Versalles constituía la mejor
reglamentación provisoria que permitían las reclamaciones populares
y el carácter de los jefes de Estado. Puede afirmar que, para defender la
vida de Europa, ha consagrado durante dos años su habilidad y su fuerza
a evitar y moderar el peligro”.
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