Page 135 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
posición antagónica, extremista también. Y Lloyd George ocupa invaria-
blemente una posición centrista, transaccional, intermedia. Sus movi-
mientos de traslación no son, por consiguiente, radicales y violentos sino
graduales y mínimos. Lloyd George es, estructuralmente, un político
posibilista. Piensa que la línea recta es, en la política como en la geome-
tría, una línea teórica e imaginativa. La superficie de la realidad política
es accidentada como la superficie de la Tierra. Sobre ella no se pueden
trazar líneas rectas sino líneas geodésicas. Lloyd George, por esto, no
busca en la política la ruta más ideal sino la ruta más geodésica.
Para este cauto, redomado y perspicaz político el hoy es una transac-
ción entre el ayer y el mañana. Lloyd George no se preocupa de lo que fue
ni de lo que será, sino de lo que es.
Ni docto ni erudito, Lloyd George es, antes bien, un tipo refractario
a la erudición y a la pedantería. Esta condición y su falta de fe en toda
doctrina lo preservan de rigideces ideológicas y de principios sistemá-
ticos. Antípoda del catedrático, Lloyd George es un político de fina sensi-
bilidad, dotado de órganos ágiles para la percepción original, objetiva
y cristalina de los hechos. No es un comentador ni un espectador sino
un protagonista, un actor consciente de la historia. Su retina política es
sensible a la impresión veloz y estereoscópica del panorama circundante.
Su falta de aprehensiones y de escrúpulos dogmáticos le consiente usar
los procedimientos y los instrumentos más adaptados a sus intentos.
Lloyd George asimila y absorbe instantáneamente las sugestiones y las
ideas útiles a su orientamiento espiritual. Es avisado, sagaz y flexible-
mente oportunista. No se obstina jamás. Trata de modificar la realidad
contingente, de acuerdo con sus previsiones, pero si encuentra en esa
realidad excesiva resistencia, se contenta con ejercitar sobre ella una
influencia mínima. No se obceca en una ofensiva inmatura. Reserva
su insistencia, su tenacidad, para el instante propicio, para la coyun-
tura oportuna. Y está siempre pronto a la transacción, al compromiso.
Su táctica de gobernante consiste en no reaccionar bruscamente contra
las impresiones y las pasiones populares, sino en adaptarse a ellas para
en cauzarlas y dominarlas mañosamente.
La colaboración de Lloyd George en la Paz de Versalles, por ejemplo,
está saturada de su oportunismo y su posibilismo. Lloyd George
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