Page 114 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               a elecciones políticas. ¿Se abstendrían también los partidos del Aventino
               de concurrir a las elecciones? El bloque las ratificó en su intransigencia.
               Insistió en la tacha moral. La prensa de oposición publicó un memorial de
               Cessare Rossi, escrito por éste antes de su arresto, en el cual el presunto
               mandante del asesinato de Matteotti acusa a Mussolini. La tacha estaba
               documentada. Pero la dialéctica de la oposición reposaba en un equívoco.
               La cuestión moral no podía dominar la cuestión política. Tenía, antes bien,
               que suceder lo contrario. La cuestión moral era impotente para decidir al
               fascismo a marcharse del gobierno.
                  Mussolini se lo recordó a la oposición en su acre discurso del 3 de enero
               en la Cámara. El preámbulo de su discurso fue la lectura del artículo 47 del
               Estatuto de Italia que otorga a la Cámara de Diputados el derecho de acusar
               a los Ministros del Rey y de enviarlos ante la alta Corte de Justicia. “Pregunto
               formalmente —dijo— si en esta Cámara o fuera de aquí existe alguien que
               se quiera valer del artículo 47”. Y, luego, con dramática entonación, reclamó
               para sí todas las responsabilidades del fascismo. “Si el fascismo —declaró—
               no ha sido sino óleo de ricino y cachiporra, y no una pasión soberbia de la
               mejor juventud italiana, ¡a mí la culpa! Si el fascismo ha sido una asocia-
               ción de delinquir, bien, ¡yo soy el jefe y el responsable de esta asociación de
               delinquir! Si todas las violencias han sido el resultado de un determinado
               clima histórico, político y moral, bien, ¡a mí la responsabilidad, porque este
               clima histórico, político y moral lo he creado yo!” Y anunció, en seguida, que
               en cuarentiocho horas la situación quedaría aclarada. ¿Cómo ha cumplido
               su palabra? En una manera tan simple como notoria. Sofocando casi total-
               mente la libertad de prensa. La oposición; privada casi de la tribuna de la
               prensa, resulta perentoria y rudamente invitada a tornar a la tribuna del
               parlamento. En el Aventino se prepara ya el retorno a la Cámara.
                  En un reciente artículo de la revista Gerarchia titulado “Elogio a
               los  Gregarios”,  Mussolini  revista  marcialmente  las  peripecias  de  la
               batalla. Polemiza con la oposición. Y exalta la disciplina de sus tropas.
               “La disciplina del fascismo —escribe— tiene verdaderamente aspectos
               de religión”. En esta disciplina reconoce “el ánimo de la gente que en
               las trincheras ha aprendido a conjugar, en todos los modos y tiempos, el
               verbo sagrado de todas las religiones: obedecer” y “el signo de la nueva
               Italia que se despoja una vez por todas, de la vieja mentalidad anarcoide,


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