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La escena contemporánea y otros escritos
a elecciones políticas. ¿Se abstendrían también los partidos del Aventino
de concurrir a las elecciones? El bloque las ratificó en su intransigencia.
Insistió en la tacha moral. La prensa de oposición publicó un memorial de
Cessare Rossi, escrito por éste antes de su arresto, en el cual el presunto
mandante del asesinato de Matteotti acusa a Mussolini. La tacha estaba
documentada. Pero la dialéctica de la oposición reposaba en un equívoco.
La cuestión moral no podía dominar la cuestión política. Tenía, antes bien,
que suceder lo contrario. La cuestión moral era impotente para decidir al
fascismo a marcharse del gobierno.
Mussolini se lo recordó a la oposición en su acre discurso del 3 de enero
en la Cámara. El preámbulo de su discurso fue la lectura del artículo 47 del
Estatuto de Italia que otorga a la Cámara de Diputados el derecho de acusar
a los Ministros del Rey y de enviarlos ante la alta Corte de Justicia. “Pregunto
formalmente —dijo— si en esta Cámara o fuera de aquí existe alguien que
se quiera valer del artículo 47”. Y, luego, con dramática entonación, reclamó
para sí todas las responsabilidades del fascismo. “Si el fascismo —declaró—
no ha sido sino óleo de ricino y cachiporra, y no una pasión soberbia de la
mejor juventud italiana, ¡a mí la culpa! Si el fascismo ha sido una asocia-
ción de delinquir, bien, ¡yo soy el jefe y el responsable de esta asociación de
delinquir! Si todas las violencias han sido el resultado de un determinado
clima histórico, político y moral, bien, ¡a mí la responsabilidad, porque este
clima histórico, político y moral lo he creado yo!” Y anunció, en seguida, que
en cuarentiocho horas la situación quedaría aclarada. ¿Cómo ha cumplido
su palabra? En una manera tan simple como notoria. Sofocando casi total-
mente la libertad de prensa. La oposición; privada casi de la tribuna de la
prensa, resulta perentoria y rudamente invitada a tornar a la tribuna del
parlamento. En el Aventino se prepara ya el retorno a la Cámara.
En un reciente artículo de la revista Gerarchia titulado “Elogio a
los Gregarios”, Mussolini revista marcialmente las peripecias de la
batalla. Polemiza con la oposición. Y exalta la disciplina de sus tropas.
“La disciplina del fascismo —escribe— tiene verdaderamente aspectos
de religión”. En esta disciplina reconoce “el ánimo de la gente que en
las trincheras ha aprendido a conjugar, en todos los modos y tiempos, el
verbo sagrado de todas las religiones: obedecer” y “el signo de la nueva
Italia que se despoja una vez por todas, de la vieja mentalidad anarcoide,
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