Page 40 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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40  Rafael Ramón Castellanos



             amén de felicitarlo por la acción brillante y portentosa de lograr en tan
             breve período, después de la odisea del Paso de los Andes, la libertad
             neogranadina.
               Bolívar llegó a Guayana y desde ese momento el aspecto de incompren-
             sión y los amagos de anarquía comenzaron a perder vigencia. Asevera el
             General Rafael Urdaneta en sus Memorias que:

                   todo cambió de aspecto, pues por uno de aquellos golpes de
                 su política se desentendió de todo lo que había pasado y dio
                 órdenes como si no hubiera sido desconocida su autoridad. No
                 puedo dar un detalle de todas sus disposiciones mientras per-
                 maneció allí; pero indicaré las cosas que conozco: dio comisión
                 a Zea para ir a Europa a sacar el partido que pudiera en favor
                 de la República, por el cambio revocable que presentaban los
                 negocios, debido a los sucesos de la última campaña y creo que
                 también llevó una comisión fiscal. A la comisión de Zea agregó
                 a Sucre, para que fuese a Saint Thomas, con dinero venido de
                 Nueva Granada, a comprar elementos de guerra. 43
               Y no podía ser de otra manera. Para entenderse con los posibles proveedo-
             res nadie mejor que él, pues no hay que olvidar que eran muchas las reservas
             que existían entre los comerciantes europeos de Las Antillas en cuanto a la
             estabilidad republicana en el continente. Sin embargo Antonio José de Su-
             cre no cejaría en la finalidad para la cual había sido seleccionado y bregaría
             por imponer sus puntos de vista convincentes, pues así lo había demostrado

             en todas y cada una de las empresas asignadas a su genio.
               Además dominaba el idioma inglés y tenía capacidad de espera, con algo
             de esa flema anglosajona desesperante para muchos. A lo que él preconce-
             bía, empeñando el verbo por pendón, se abonaba una sólida experiencia,

             aunque lo de ahora era diferente ya que tendría que sortear no pocos incon-
             venientes para las transacciones con experimentados mercaderes, y lograr


             [ 43 ]_ Ídem, p. 31-34.
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