Page 257 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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             de tal instrumento en cuanto a elegir o no su permanencia en Amé-
             rica y la conservación de sus rangos en el Ejército.
               Esa bondad suya debería tener límites. El perdón no da prebendas
             al vencido para hacer armas contra quienes lo han tratado no como
             enemigo. Por ello ha de recalcar siem pre que por delante de esas
             generosidades tiene que imponerse primero el sentido de patria. El
             11 de marzo siguiente le expresa a la misma autoridad de Lima que
             “El brigadier Echeverría se acogió en Puno a la capitulación de Aya-
             cucho, fue tratado por el general Alvarado del modo más generoso,
             dándole dinero y cuanto quiso, y no sólo se comprometió a no to-
             mar las armas contra nosotros, sino que ofreció al general Alvarado
             hacernos servicios influyendo con el general Olañeta para terminar
             la guerra. Al pasar El Desaguadero se reunió a las tropas enemigas,
             y ofreció sus servicios a Olañeta, aunque algunos oficiales le mostra-
             ron que hacía mal; y ocupándose en servicios activos prostituyó su
             palabra y su juramento. En consecuencia he mandado que lo lleven
             con toda seguridad a Arequipa, a cuyo prefecto y al señor general
             Lara va la orden que lo fusilen en cuanto llegue.
            Estos canallas españoles piensan burlarse de nosotros: una porción de ofi-
          ciales capitulados en Ayacucho, ha tomado servicio de filas con Olañeta
          después de habérseles tratado del modo más noble y generoso; pero serán

          pasados por las armas cuantos de ellos caigan en nuestras manos. Estoy
          resuelto a tratar tan mal a estos pérfidos, como los traté bien en Ayacucho.
          Es menester tomar contra estos infames medidas fuertes que los contengan,
          y la ejecución de Echeverría, los pondrá en respeto. 352

            Pero esa magnanimidad de siempre no es tolerancia insólita en momento
          alguno, ya que tiene en él también la disciplina férrea cuando la legalidad
          así le imprime ese carácter en la imposición de las normas si la trasgresión
          ha sido una constante; sin embargo su formación lo aleja de la rigidez ex-




          [ 352 ]_ Ídem, p. 123-124.
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