Page 219 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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          cumanés, y le dan gran relevancia al realizado en el Ministerio de Relaciones
          Interiores, el día anterior, quedando demostrada cómo ya desde mucho
          tiempo atrás se hacía sentir como una normativa para la piedad y el derecho
          humanitario, la “Doctrina Sucre”:
               La instalación de la hermosa sociedad de la Cruz Roja —apuntó
             el cronista— llamada a irradiar infinitos bienes en nuestras eterna-
             mente conmovidas democracias latinoamericanas.
               Es este un paso grandioso y verdaderamente civilizador, digno
             de la memoria del que fue siempre en los combates imagen viva y
             gloriosa de la clemencia, que es el más bello atributo del poder del
             vencedor; de tal modo que un vencedor inclemente es como uno
             de esos vientos asoladores del Sahara, una capa de plomo, un soplo
             de destrucción y muerte, todo un desastre.
               En cambio, la clemencia ejercida desde las altas regiones del Po-
             der y de la victoria es algo así como rocío del cielo que suaviza y
             dulcifica las almas, atrayendo, como al Mariscal de Ayacucho, eter-
             nas simpatías alrededor del que, con vertido por ese hecho en ángel
             de paz y bienandanza, la ejerce como la más bella facultad de hacer
             el bien a la humanidad. La clemencia es una especie de síntesis, o
             mejor, es un semillero de todas las virtudes, que se esparce en el
             corazón humano como una fuerza impulsiva, para conducirlo a la
             producción espontánea de todas las acciones generosas.
            ¡Feliz y cuasi divino tú! ¡Oh, Mariscal esclarecido! ¡Que dejaste escrita tu
          más bella y más gloriosa página en la clemencia de tus actos como guerrero

          y como Magistrado!   Y más aún, la crónica es maravillosamente intere-
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          sante. Fue designado Presidente de la Sociedad de la Cruz Roja Venezola-
          na el súbdito inglés con muchos años de residencia en Venezuela, Vincent
          Kennet Barrington, quien pronunció elocuentes palabras ensalzando al
          doctor Dunant y al gobierno belga. Hizo alusión a la importancia de tal




          [ 309 ]_ El Pregonero (Diario). Caracas, 6 de junio de 1895, p. 2.
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