Page 207 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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          la cooperación que reclaman el momento, con las salidas más adecuadas
          para la nueva meta que se debe transitar.
            En los días finales de 1994, la prensa nos trajo una historia de la primera
          guerra mundial en cuyo desenlace se proyecta la imagen del Abel de Co-
          lombia, pues el episodio no puede ser más patético y nos remite a confirmar
          que la gallardía después de la Batalla de Ayacucho, está viva, palpitante y

          ejemplariza. Veamos un fragmento del artículo “La navidad que paró una
          guerra” del periodista Jorge Marín:
               Había transcurrido más de medio siglo desde la terminación de
             esa guerra, y los pocos supervivientes que quedaban de aquel casti-
             gado frente habían olvidado muchas cosas de aquellos sangrientos
             años de lucha. Pero recordaban todavía el espíritu de aquella Na-
             vidad de 1914, que logró parar por unas cuantas horas toda una
             guerra europea.

               Detenido el rápido avance alemán de los primeros meses de la
             guerra, el terreno era disputado ahora palmo a palmo. En muchos
             sectores del frente, las trincheras respectivas se hallaban a muy po-
             cos metros de distancia, y no hay que decir que los movimientos
             mutuos eran cuidadosamente vigilados. En esas circunstancias se
             comprenderá la sorpresa de los centinelas del regimiento de Stat-
             fordshire, atrincherados en las cercanías de Armentiers, cuando al
             atardecer del 24 de diciembre vieron como varios soldados alema-
             nes salían de sus propias trincheras, encendían pequeñas hogueras y
             empezaban a cantar villancicos.
               El oficial británico que mandaba a los pelotones de primera línea
             contemplaba la escena con una mezcla de asombro y sospecha. ¿Se
             trataba acaso de un truco para distraer su atención mientras prepa-
             raban un ataque por otro punto? Después de todo, el enemigo ha-
             bía empleado diversos subterfugios para ganar posiciones ventajosas
             durante las varias semanas que se venían enfrentando. Pero esta vez
             la cosa parecía distinta. Varios soldados alemanes habían dejado sus
             fusiles en la trinchera y se hallaban ocupados calentándose y ha-
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