Page 102 - Escritos de ayer y hoy
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En su historia, los pueblos y los movimientos revoluciona-
rios siempre pasan por derrotas y más derrotas, tropiezos, di-
ficultades, hasta que llegan a una comprensión sociohistórica
del momento, reorganizan sus fuerzas acumuladas hasta ese
entonces –pequeña o grande– y se colocan acertadamente en la
cresta del movimiento, y se da lo que Lenin llamó alguna vez
“la fusión del socialismo científico con el movimiento obrero”.
Mao lo ubicó en el proceso de la Escuela de Yenan, Fidel en lo
mejor del 26 de Julio y la Sierra Maestra con el pensamiento
de Martí como guía; el FSLN en un momento dado se en-
contró con Sandino, las corrientes cristianas y el pensamiento
clásico marxista; y nuestro Simón Bolívar tuvo que pasar por
la derrota de la Primera y Segunda República, sistematizar la
experiencia y precisar en una elaboración (Carta de Jamaica y
el Discurso de Angostura, así como las innumerables cartas),
hasta que se dio la relación natural con el pueblo expresada a
través de los caudillos Páez, Bermúdez, Mariño, Piar, junto con
una oficialidad selecta, y de suerte que es cuando atraviesa el
paso de los Andes con su pequeño “ejército loco” y se tropieza
con su amigo el historiador colombiano, Restrepo, quien trata
de persuadirlo de que no siga en esa aventura maravillosa y
le dice: “¿Y usted adónde va general?”, y Bolívar, con absoluta
seguridad le contesta: “A triunfar”.
¿Por qué nosotros con nuestra pequeña fuerza desarticulada
o dispersa que resume algunas generaciones de revoluciona-
rios incorruptibles, acerados en la represión y el martirio, per-
severantes en la lucha, con una experiencia política y con un
bagaje cultural no despreciable que conoce la derrota, las difi-
cultades, el aislamiento, y que tenemos algunos elementos de
referencias, no hacemos un alto en la marcha y observamos el
camino recorrido, pasado y presente, y buscamos el eslabón o
los eslabones históricos; las banderas de las luchas gloriosas de
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