Page 134 - El Reportaje, el ensayo
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ii. ensayo sobre un reportaje
                                                         pq “De Corea a la realidad”
             y agudeza y, también, de su pasión humanística frente al mundo que
             le rodea, de la cual dejará constancia en toda su obra periodística.
               En efecto, el centro de la labor reporteril del Gabo es el Hombre,
             con sus grandes y pequeñas pasiones. Otro periodista nos hubiera con-
             tado la guerra de Corea y la participación de sus compatriotas de otra
             manera. Hubiese descrito los combates, con sus números de bajas y el
             comportamiento de los colombianos en el campo de batalla, sin olvi-
             dar, por supuesto, las infaltables anécdotas. Gabriel García Márquez le
             pasa por un lado a los cañones y va adonde está el hombre, el anónimo
             soldado, para preguntarle y preguntarse: ¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué y
             para qué combates contra unos coreanos y a favor de otros? ¿Por quién
             matas y por quién mueres?

               Vaya, pero estas preguntas no están formuladas de manera tan ex-
             plícita en el reportaje. Son interrogaciones que se va haciendo el lec-
             tor en la medida en que el periodista lo adentra en una situación más
             compleja que la pura aunque dura acción de dirimir una batalla. Y en
             esto el autor de Cien años de soledad es magistral. Aquí, más que la ac-
             ción o la aventura emocionante de la batalla, está retratado el hombre
             con sus sueños y frustraciones. El sueño de ir a Corea para convertir-
             se en héroe y superar las limitaciones de la dura realidad colombiana,
             y la frustración de volver de Corea a enfrentarse de nuevo a esa rea-
             lidad, ahora más dura, más frustrante, porque los actos heroicos no
             le sirven ni siquiera para conseguir un empleo sino todo lo contrario.
               Reflejo de esa situación es la parte titulada “El héroe que empe-
             ñó sus condecoraciones”, que alcanza un patetis mo conmovedor y
             resume refractados los sueños de grandeza y su desmoronamiento.
             Ir a una guerra a un lejano y desconocido país, arriesgar la vida y
             obtener una medalla de héroe que, al regreso, no le servirá para nada.
             El periodista traza el drama y el periplo del veterano de guerra para
             concluir: ‘‘Es por tanto enteramente humano que un héroe haya em-
             peñado sus condecoraciones.”
               Es humano y es acaso la única forma de rebelión espiritual que en-
             cuentra, aunque haya empeñado sus condecoraciones por necesidad
             económica. Es también la forma de sacudirse, zafarse, de lo único

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