Page 152 - El cantar del Catatumbo
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y conductor de la Revolución Bolivariana a Nicolás
           Maduro, en quien confía para asegurar la solidez y con-
           tinuidad de la misma.
              Esta directiva despeja el cúmulo de elucubraciones
           sobre el fin de Chávez, que entusiasma a muchos de la
           oposición y aflige a la gran mayoría de los venezolanos.
              Es a Maduro a quien le entrega la réplica del sable de
           Bolívar, antes de viajar a Cuba, donde, desde 2011, no es
           posible visitarlo. Solo han tenido acceso a él los miembros
           de su familia. Cristina Kirchner, Evo Morales, Rafael
           Correa, van a La Habana y regresan sin poder verlo.
              Después de semanas, Hugo Chávez Frías vuelve a
           su patria a morir.
              Maduro, con la voz quebrada, anuncia al pueblo su
           deceso el 5 de marzo de 2013.
              La noticia sacude a Venezuela, a América Latina, al
           mundo entero.
              Pero Chávez , como ya se dice, igual que el Cid,
           daría, muerto, su última batalla.
              El dolor de su pueblo se desborda. Cinco millones
           de personas van a desfilar día y noche ante el féretro.
           Vienen de toda Venezuela y del extranjero, están de
           pie veinticuatro horas solo para verlo dos segundos
           y despedirlo. La caravana que lo lleva por la Avenida
           de los Próceres, hacia la Academia Militar del Fuerte
           Tiuna, avanza entre llantos y adioses y gritos de “¡Chávez
           vive!”, “¡Todos somos Chávez!”, “ Chávez no murió, se


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