Page 98 - De mi propia mano
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remontarnos. con mil dificultades se obtenían muy malos caballos, y esta
circunstancia me obligó el día 7 a enviar por dos piezas de montaña que
quedaron en babahoyo; pero sabiendo el 8 que el comandante illingrot
había salido sobre tacunga y que podía ser destruido por un cuerpo de
caballería enemiga, dispuse un movimiento sobre nuestra izquierda a
salir a ambato que a la vez protegía a illingrot, amenazábamos la capital
a donde éste debía dirigirse, y nos interponíamos entre ellos y el enemigo
que quedaba entonces a nuestra espalda. Marchamos el 9 por el camino
de Pacobamba que tiene cuatro jornadas a ambato; pero el enemigo supo
por la noche nuestros movimientos y no teniendo él sino tres jornadas a
ambato, se puso en marcha el 10 por el camino de la derecha.
el 11 llegamos a Pilahuín, que dista cuatro leguas de ambato, y aunque
yo hubiera deseado ocuparlo esa noche, el estropeo y fatiga de nuestra
tropa, el paso del páramo de chimborazo me impidió hacerlo. a media
noche supe los movimientos que había hecho el enemigo, que esa tarde
estuvo en Mocha, 4 leguas distantes de Pilahuín, y otras 4 de ambato. yo
juzgué entonces inoportuno bajar de la cordillera a las llanuras de ambato,
temiendo comprometer un combate en que las ventajas estaban por los
500 hombres de caballería que poseía el enemigo, y pensé en consecuencia
reducirme a observar de cerca sus maniobras.
el suceso de yaguachi había enorgullecido a algunos jefes, excitado
emulación en otros y en la tropa, y en todos se deseaba el combate; así
fue que mi pensamiento se vio como una irresolución que alentaría al
enemigo, que podía destruir a illingrot, y que neutralizaría la campaña
si permitíamos el paso del enemigo para Quito. yo me confieso culpable
en la debilidad de haber cedido mi opinión a la opinión general; porque
determiné el 12 bajar de la cordillera, y a las 9 y media estuvimos en Santa
Rosa, de donde observamos que el enemigo marchaba hacia ambato.
continuamos nuestra marcha, y a las 12 nos hallamos en las llanuras,
al mismo tiempo que el enemigo, el cual había ocultado toda su infante-
ría y una parte de la caballería. yo formé los cuerpos de infantería (que
tendrían de fuerza 900 hombres) en tres columnas cerradas, ocultadas
de algún modo por unos matorrales, y resistí comprometer la acción, no
teniendo apoyados ni nuestros flancos ni la espalda, pero por el frente
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