Page 561 - De mi propia mano
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delicadeza y los miramientos a las personas más beneméritas son desco-
                 nocidos. con rubor hago esta declaración.
                    en fin, mi General, reducido a sufrir todo no seré yo quien aumente
                 las penas de ud. tendré la paciencia si es necesario de un mártir, con tal
                 de que ud. no encuentre motivos para reconvenirme de que le acrezco
                 sus disgustos. he contestado al general Flores que mi queja está acabada;
                 que olvido todo como si nada hubiera sucedido; y que seré tan unido a él
                 como al mayor de mis amigos; él viene en esta semana aquí, y protesto ud.
                 que mi comportación con él será la más amistosa; y protesto también que
                 quiero hacerlo cordialmente, porque con las explicaciones que me ha dado
                 Flores deseo convencerme que no ha habido una ofensa de intento. Por otra
                 parte, como todo lo que podría haber de celos sería la sospecha de que yo
                 ambicionara ser jefe superior del sur, tengo ahora la ocasión de destruirla y
                 de probar que mi anhelo es vivir en el retiro, y que sólo he deseado algunos
                 respetos y consideraciones que he pensado tener derecho a merecer.
                    aquí de paso será de ocasión de decir a ud. que sé que le han ido
                 informes de que yo estoy aborrecido en el ejército, con otras patrañas y
                 sandeces que sólo me dan bochorno por cuanto que son mezquindades
                 y rastrerías harto despreciables. tendré enemigos, porque cuando manda-
                 ba el ejército los he refrenado en sus caprichos y desórdenes, y no les he
                 consentido arbitrariedades en los pueblos; o que no les he dado en bolivia
                 el dinero que ellos querían para jugar, o no les he tolerado la usurpación
                 de los caudales de sus cuerpos, o en fin, porque les he puesto coto a los
                 vicios y a la indisciplina. Me lisonjeo, en recompensa, de que la mayoría
                 estima mi conducta; y en fin, repito, que ni quiero el mando del ejército
                 ni quiero nada en relación con la vida pública.
                    acabaré esta carta reiterando a ud. que no recibirá quejas a que yo dé
                 motivo; que sufriré todo con tal de que cualquiera sacrificio sea un nuevo
                 comprobante de mi anhelo en complacerlo, y nuevos testimonios de que
                 lo ama siempre de corazón.
                    Su fiel amigo y atento servidor,

                                                                       a.J. de Sucre

                 O’Leary, t. i, pp. 510-512.


                                          biblioteca ayacucho
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