Page 443 - De mi propia mano
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el estado interior de desorden en que ud. me describe a colombia
me ha causado el dolor que ud. puede imaginarse; creo sin embargo, que
como este desorden es sólo en ideas y pretensiones, puede sofocarse, o por
la aparición de ud. allí, o por sus medidas. es muy singular que los furiosos
demócratas hayan venido a parar en la peregrina idea de un imperio para
remediar los males. Saliendo de un delirio turbulento vienen al otro extremo
que igualmente debe descontentar al pueblo. No pienso ni que el ejército
mismo convenga en el pensamiento; porque a pesar de los vejámenes que
ha sufrido del cuerpo legislativo, y aun, según se dice, del Gobierno, creo
que prefiera a sus conveniencias la paz y la dicha de colombia. Sobre todo,
si el ejército conviniera en que alguien fuera rey de colombia, sería ud.: no
teniendo ud. hijos que aseguraran por la sucesión esta paz, ella no duraría
sino mientras ud. viviera; y a su muerte, una revolución más espantosa y
sangrienta sería el resultado de tal intervención. Si el rey fuese un príncipe
europeo deberíamos llorar el desenlace de nuestra Revolución; y no sé quién
en colombia, hijo del país, reúna el voto público para esta dignidad. en
cuanto a ud., opino con ud. y con su fama, que ud. debe morir antes que
perder su título de libertador, el más grande y el más glorioso.
la federación en los términos que ud. ha pensado sería un gran remedio;
pero dudo mucho que se consiga en la generalidad en que se ha meditado.
la del Perú con bolivia podrá conseguirse; y aunque estos señores han mos-
trado bastante repugnancia, por cuanto la primera impresión que tuvieron
era de que se les quería someter al Perú, yo trabajaré cuanto pueda, puesto
que ud. cree que así se asegurarán más las instituciones, la libertad, y la paz
de ambos países. Respecto de la federación de los tres estados, también se
conseguiría, pero no sé si tan estrechamente: veré lo que se hace, porque
en eso se necesitará mucha prudencia y una viveza que dudo mucho tener,
particularmente cuando yo no estoy acostumbrado a manejar esta clase de
negocios.
agradezco tanto como no podré expresar la elección que ud. hace de mí
para su vicepresidente; si ud. me permite le diré, que grabando en mi alma
esta honrosa distinción, me excuse hasta de pensar en ella. tengo tanta más
gratitud a ud., cuanto que ha formado de mí una idea algo equivocada. ud.
cree que yo puedo mandar un gran pueblo, y lo niego con toda franqueza y
biblioteca ayacucho
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