Page 300 - De mi propia mano
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Voltígeros y el mayor Sornosa de Bogotá, cuyos batallones conducidos por
sus comandantes Guasch y Galindo trabajaron con denuedo: los capitanes
Jiménez, coquis, Doronzoro, brown, Gil, ureña, córdova y los tenientes
infante, Silva, Suárez, Vallarino, otaola, Frencle: los subtenientes Galindo,
chabun, Rodríguez, Malabé, terán, Pérez, calles, Marquina y Paredes
de la 2 división de Colombia. los capitanes landaeta, troyano, alcalá,
a
Doronzoro, Granados y Miró: los tenientes Paraya, ariscune y el subte-
niente Sabino de la 1 división de Colombia. los tenientes otalora, Suárez,
a
ornas, Posadas, Miranda, Montollas, y los subtenientes izas y alvarado
de la división del Perú. los tenientes coroneles castilla y Geraldino y los
tenientes Morén y Piedraita del estado Mayor General. estos oficiales son
muy dignos de una distinción singular.
el batallón Vargas conducido por su comandante Morán ha trabajado
bizarramente. la Legión Peruana con su coronel Plaza sostuvo con gallardía
su reputación: los batallones 2 y 3 del Perú con sus comandantes González
o
o
y benavides mantuvieron firmes sus puestos contra bruscos ataques: los
Cazadores del número 1 se singularizaron en la pelea, mientras el cuerpo
estaba en reserva. los Húsares de Junín, conducidos por su comandante
Suárez, recordaron su nombre para brillar con un valor especial; los Gra-
naderos de Colombia destrozaron en una carga el famoso regimiento de la
Guardia del Virrey. el batallón Rifles no entró en combate; escogido para
reparar cualquier desgracia, recorría los lugares más urgentes y su coronel
Sandes los invitaba a vengar la traición con que fue atacado en corpahuaico.
todos los cuerpos, en fin, han llenado su deber cuanto podía desearse: los
jefes y oficiales del estado Mayor se han conducido bizarramente.
con satisfacción cumplo la agradable obligación de recomendar a la
consideración del libertador, a la gratitud del Perú y al respeto de todos
los valientes de la tierra, la serenidad con que el señor general la Mar ha
rechazado todos los ataques a su flanco, y aprovechando el instante de
decidir la derrota, la bravura con que el señor general córdova condujo sus
cuerpos y desbarató en un momento el centro y la izquierda enemiga; la
infatigable actividad con que el señor general lara atendía con su reserva
a todas partes, la vigilancia y oportunidad del señor general Miller para
las cargas de la caballería; y el celo constante con que el señor general
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