Page 29 - De mi propia mano
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melodía de su presencia y su mensaje. Esa maraca fue nueva, muy nueva.
                 Empezó temprano a repartir cadencia y guiar el movimiento –que es un
                 modo de decir verdad y hacer justicia–. En el jubileo frenético y sacrificado
                 de la construcción americana la maraca se enronqueció y estropeó. Una
                 maraca vieja fue la enterrada en Berruecos cuando la perversidad cainita al
                 fin le impuso silencio. Pero era de palo y totumo cumaneses, venezolanos,
                 fibra pura de pueblo y de historia. El jugo terrenal de los Andes le dio de
                 nuevo vida, e independientemente de los despojos que siguieron –ellos
                 también– su vía crucis sigiloso hasta el corazón de la piedra del Pichincha
                 donde duermen en la catedral quiteña, resucitó en el espíritu que –para la
                 eternidad– alegra, apunta el paso y orienta a América. Esa maraca suena y
                 resuena bien en este haz de vibrantes páginas.


                                                                 J.L. Salcedo Bastardo
                                                                2 de octubre de 1980









                 en el modo de pasar la vida, y lo peor es que el trabajo agrava cada día mi afección al
                 pecho; de modo que Ud. que antes me conocía por un hombre sano, ahora me tiene dado
                 a la diabla y hecho una maraca vieja”. II-393.
                 Al Libertador el 3 de junio de 1825: “Mi vuelta aquí del camino me ha sido útil; hace
                 unos veinte días que no sé qué esfuerzo de fuerza hice y me sentí alguna rotura en una
                 ingle; de la montada he sentido algún dolor que ha aumentado esta novedad, y con la
                 detención me estoy curando con más formalidad, porque si no lo hago tendré una gran
                 quebradura. Todos son trabajos, ya estoy como una maraca vieja y entre poco no serviré
                 para nada”. VI-227.
                 Al Libertador el 25 de junio de 1825: “Estoy muy mejor de la enfermedad que antes he
                 dicho a Ud. pero hace dos días que el dolor al pecho me ha atacado; mas ya de esto no
                 hago caso porque sé por experiencia que el tal dolor me molesta seis u ocho días y luego
                 se quita por 20 o 30. Ya soy una maraca vieja”. VI-356.
                 A Soublette el 12 de diciembre de 1825: “Me dices que piensas renunciar el Ministerio de
                 Guerra, por cansado, pero no creo que debas hacerlo porque así estamos todos y sufrimos;
                 yo soy un hombre enfermizo y creo que para siempre. Antes me veías tan escribidor y
                 ahora muy rara vez tomo la pluma por causa de mi enfermedad del pecho. Pocos meses
                 ha que también me sentí de una ingle, de manera que a decirte verdad, valgo tanto como
                 una vieja maraca”. VII-482.


                                          BIBLIOTECA AYACUCHO
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