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aproximación metodológica mixta (cualitativa y cuantitativa), que, desde
el punto de vista paradigmático, también implica un proceso reflexivo,
dinámico y de transformación; en la medida que esta se va desarrollando.
El cambio finalmente permite la emancipación de los sujetos que están
involucrados en el proceso investigativo, sin perder la rigurosidad de la
experimentación y su diseño.
En agroecología, es imposible el estudio de los agroecosistemas desde la
individualidad, la monodisciplinariedad, el reduccionismo, la desintegración
y el aislamiento. La complejidad que encierra esta ciencia necesita de la
multidisciplinariedad y, más aún, de la transdisciplinariedad para que el
diseño y establecimiento del agroecosistema funcione agroecológicamente,
tal como señalan Gómez et al. (2015). Ello obliga —más allá de ver los
problemas de investigación fragmentados y reducidos a formas sencillas
de abordaje, desde la disciplina propia de cada investigador/a— a generar
un marco común, a través de discusiones y reflexiones continuas, para
diagnosticar, interpretar, proponer y ejecutar proyectos de investigación
que involucren la construcción de nuevos conocimientos, los cuales
deben estar integrados por los siguientes elementos: a) los conocimientos
aportados por cada disciplina; b) el conocimiento local de los productores
agrícolas que suman vivencias experienciales para optimizar la investigación
y hacer más asertiva la extensión del conocimiento técnico al productor
y de productor a productor (Borba y Gomes, 2007); y c) la interacción
continua, objetiva y fluida entre conocimientos, transfundidas de éticas
de equidad, sustentabilidad, seguridad, sanidad; conformándose de esa
manera el nuevo conocimiento (figura 3). La ventaja de hacerlo así es
que, con la transdisciplinariedad, todos los actores involucrados manejan
la misma información y se aproximan más al conocimiento, puesto que
es producto de la espiral reflexiva de discusiones de cómo experimentar,
del experimento en sí mismo, de los resultados y de los alcances de
la investigación en la solución del problema; es lo que denomina
Rodríguez-Victoriano (2009), como democratización del conocimiento.
Este empoderamiento, desde el planteamiento de la idea por parte de
los campesinos y de los investigadores, produce una transformación
y emancipación de los participantes, de sus familias y de la comunidad
rural, lo cual facilita el proceso de extensión de la investigación; debido a
la multiplicación de un conocimiento que es considerado relevante entre
campesinos, permitiendo que los mismos productores puedan constituirse