Page 658 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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656 Omar Galíndez COlmenares
Pero, infortunadamente, ello no fue comprendido por el vicepresi-
dente Santander ni por la cúpula de los más conspicuos burócratas de
Bogotá, y desde ese mismo momento comenzaron a hacer oposición
a la campaña del sur adelantada por Bolívar. Santander pretextó sobre
la inconveniencia de erogar cantidades de dinero en gastos militares
para sufragar la campaña y, además, en convertir las riquezas de Cun-
dinamarca en la fuente de sostenimiento de la arruinada Venezuela; y
por añadidura, la solicitud de esclavos conscriptos que debían enrolarse
en el ejército, según solicitud de Bolívar. Todo ello exaltaría el espíritu
arrogante y poco entendido en atender órdenes que le contrariara al
vicepresidente Santander. Si a ello agregamos la subyacente animadver-
sión que anidaba el flamante cucuteño contra los militares venezolanos,
encontraremos una lesión más en desmedro del proyecto bolivariano.
Que ese proceder, expresado con avaricia y concupiscencia, por parte
de Santander de “aprovechar plenamente sus riquezas (las de Cundi-
namarca) y su ventajosa situación social en favor de su propio mejora-
miento social”, fuese usado por el vicepresidente en beneficio propio,
no parece haber sido, según la historia personal posterior del susodi-
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cho, resguardado en beneficio del “derecho del pueblo granadino” ,
tal como lo pretende calificar el eminente Indalecio Liévano Aguirre,
descargando al vicepresidente de responsabilidades y de su posición
personal interesada en jugar a favor de él y su clase. Fue así como se
configuró progresivamente una de las oligarquías más oprobiosas de la
América hispana contra el pueblo colombiano y cuya traición comenzó
urdiendo sus planes en desmedro de Bolívar y el proyecto gran nacional.
Surgió de la génesis de la oligarquía cundinamarquesa, antes granadina
y después colombiana, una pugna incesante contra Venezuela y, parti-
cularmente, contra Páez, que comenzó siendo el blanco de sus ataques.
[37]_ Liévano Aguirre, I. Op. cit., p. 282.