Page 97 - Soy tu voz en el viento
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los comPañeros
Perdidos en la sombra, hundidos en la noche,
fugados de esta clara, celeste claridad,
que nos hizo en la cumbre o en el llano fraternos compañeros,
disparo de saeta de los días de no pensar en nada
porque el sueño copaba la total vida nuestra,
clarinada feliz de una hora de subir y subir hasta la nube,
claros, puros, de cristales sonoros y limpios,
buscando en la fuente, en la luz, en el pájaro,
en la fruta madura, en el agua del pozo
la exultante alegría cristalina en el goce fugaz de la tarde.
En el sobrevivir con que vivimos
alumbra siempre claro, cocuyo de la noche inacabable
el recuerdo feliz de aquellas horas francas,
en los días jubilosos, sin ribera,
con Ramón Aguilera y Rafael Hernández,
con Santiago García y Julián el de Aleja
y Francisco el de Esther, mi primo hermano,
gran jugador de trompos, gran hacedor de trampas,
compañero del viaje de pescar paludismo
entre los pastos verdes de azufrales de oro
en el pueblo pajizo de las Aguas Calientes.
Allí junto a nosotros en la tarde de alegre algarabía
o en la diáfana noche desbordada de luna
estuvieron alegres, presos de la aventura:
Pedro María Alcántara, Eduardo Fermín, Guillermo Irala,
Gregorio Caraballo, el hábil hacedor de voladores,
Víctor el de Dominga Figueroa que me hizo el primer trompo,
y Nofucho Marcano, el capitán de la pelota,
junto a Pedro Sanabria, del rojo y el azul de las novenas
del Arismendi Béisbol Club, el invencible
y Ramón Espinoza, fraterno hasta la muerte,
Jesús Ramón Fermín, Negro del Diablo,
generoso y tenaz como un destino
de fiel fidelidad no desmentida nunca.
En el alborozado discurrir de las ingenuas vidas
o en las horas de planear fórmulas de futuro,
travesuras ingenuas de la molesta broma,
eran aliados francos y cordiales:
Víctor Julio López a quien mordió la lepra,
infeliz ostracismo de aislamiento severo,
Jesús Rafael Leandro Moreno, periodista afanoso,
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