Page 152 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
y a medida que al otro
le va todo explicando,
en el aire con ella
va como dibujándolo:
«La máquina es oscura»
«Los vagones son largos»
«El hombre que maneja se metió por debajo»…
«¡Mira, tiene una gorra de capitán de barco!».
¡Oh lección inocente!
¡Tonto Libro Primario!
Todo lo escucha el otro,
pero sigue callado,
los ojos en el cielo
y en las piernas las manos.
Es un ciego. Es un ciego,
¡un ciego de once años!,
que del tren solo entiende
lo que dice el silbato
y la plática simple
que le dicta su hermano
y que siempre es la misma
sobre aquel mismo banco:
él con los mismos ojos
al cielo levantados,
y el otro con la misma
varita de durazno,
como un arcángel pobre
gestionando un milagro.
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