Page 146 - Sábado que nunca llega
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earle herrera
Si se les abren las agallas, mételes fuerte. A Ducatto
que se puede venir de Nueva York mañana mismo, sin
temor, sin dudas; que se venga, ¿aló?, coño, qué vaina,
que se venga, vale, que todo está seguro; dile que llegue
al Hotel Caraj, hay una habitación a su nombre pero que
no pregunte por mí. Chao, pues, jab por delante, cuando
suene el gong, te pierdes.
está ido, el árbitro se mete, señores, tenía que
hacerlo desde hace rato, empieza el conteo uno.,
dos... cuatro... DIEZ, ¿quééééééé?, señores, es
insólito, el campeón está en la lona, le acaban
de contar diez y sigue allí, señores, hay un
nuevo titular de la división, aquí la gente
comienza a abandonar las gradas, nadie
habla, el venezolano sigue inconsciente, les
hemos transmitido con la objetividad que
nos caracteriza, colgate palmolive, zulia, la
primera, el instituto nacional de hipódromos,
café el peñón, bistrol, cacique….
Ese sopor sube desde la lona; millones de ojos van y
vienen, van y vienen, como el mar, te rodean, tomados de largas
pestañas como sogas, giran en torno a ti; no sabes de dónde
viene el puño, un tercer puño del rival, un cuarto puño, uno de
esos tantos puños escondidos. Viene lentamente hacia ti, lo
ves, lo detienes con el pensamiento, pero no lo puedes evitar.
Mi cuerpo no es mi cuerpo, no me responde, le ordeno que
eluda el puño pero no me obedece, los brazos no me obedecen,
la cintura no me obedece, las piernas no me obedecen y el
puño cae como un marti(llooo…….o). Una explosión de
estrellas baja del público gelatinosamente, lo arropa todo.
Los espectadores y los seconds y el árbitro y los jueces y
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