Page 138 - Sábado que nunca llega
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earle herrera


                Lo vi desde el ring side. A mi lado, mientras comía sus
            malditas cotufas y reía, el gordo me preguntaba si estaba
            seguro del triunfo de mi apoderado. «No me preguntes
            pendejadas, gordo». El muchacho se había entrenado
            a  conciencia;  conocía  bien  el  estilo  de  su  rival,  que  le
            encajaba al suyo a la perfección; habíamos pensado que
            no le pasaría del quinto, pero coño, el boxeo, vaina seria,
            sobre el ring nadie sabe lo que va a pasar; bueno, al menos
            cuando las cosas se dejan en manos del azar y de los
            pugilistas. ¡Plammmmmmmm! M-a-y-o-r-c-o-ñ-a-z-o.
                Lo vi desde el ring side. Desde el ring side lo vi
            ascender y hacerse estrella; desde el ring side lo vi caer y
            el eclipse. Desde el ring side lo vi volver pero ya sabía lo
            demás, lo que venía.

                             la mejor cerveza, atención, ya viene subiendo
                             el campeón, bata escarlata con un enorme
                             león  atrás, pantalones  blancos, botas  blancas,
                             exhibiendo el cinturón campeonil, mientras
                             descansa  nosotros pensamos  por  usted, los
                             pugilistas oyen las instrucciones del árbitro
                             (no  se amarren, cuidado con  la  cabeza,  cero
                             golpes bajos) el gobierno democrático impulsa el
                             deporte popular,distancia y categoría.

                Pateando perolitos uno se dejaba venir por la Avenida
            Bolívar, el policía te veía receloso, qué haces tú por aquí
            negrito, voy para el puerto, eñó, y se metía entre la gente,
            le decía adiós mi vida a la muchacha árabe de la quin calla,
            achataba la nariz contra las vidrieras y caminaba, caminaba,
            corría hasta llegar al puerto, la cola de carros esperando
            turno y con franela y todo nos tirábamos al agua, los señores
            que estaban arriba, en el ferry, gozaban viéndonos, la mano

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