Page 56 - Lectura Común
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La lectura común                                Por el ojo de la letra
              un lugar. Ese sentimiento del regreso frecuenta las páginas de
              Campesinos. El espacio circunda siempre un paisaje, el físico
              de una región con sus límites, el explícito (ríos, verdores, casas,
              caminos, seres, criaturas, intemperies) e implícito (añoranzas,
              testimonios, soliloquios, diálogos, voces, silencios), ambos
              visibles, figurativos, casi intocados por el recurso literario de
              la trasfiguración metafórica o el retoque imaginístico, mostra-
              dos desde y dentro de la mirada evocadora, esa inteligencia del
              corazón que observara Marcel Proust en su demorada “bús-
              queda del tiempo perdido” y recuperado por los sentidos y la
              memoria.
                  En Pedro Ruiz la poesía es, así, labor exhumadora de un
              mundo afectivo de la infancia lírica o de las últimas vivencias
              de su inocencia. Mundo rural al que la escritura, organizada
              siguiendo una estructura apenas deliberada (las pausas, los díc-
              ticos, la interrupción y fragmentación de las estrofas y oracio-
              nes, la borradura de las puntuaciones), fiel, sin duda, a la entona-  [ 55 ]
              ción oral, cuyo uso ha sido más que frecuente en quien ha dado
              en escuchar y transcribir con cuidado celo la literalidad de la
              confidencia. Extraigamos, aquí y allá, por ganas de contagiar
              con nuestro entusiasmo a quien nos escucha y nos lee, ciertas
              frases de Campesinos que ilustran esa áspera y suave belleza de
              sus motivaciones, como “esa hora de la tarde en que los pasos
              tiemblan”; “dar de beber a mi corazón/ fue idea tuya”; “tal vez
              una hoja cruce la tarde saludándome”; “hay música en las hojas/
              cuerpos volviéndose colinas”; “tú que vives el olor a tarde/ de
              la pitahaya/ debes partir”; “emprenderemos el viaje temprano/
              en busca del monte/ donde el movimiento duerme”; “y suene un
              árbol que me espera/ lejos de todo lejano resplandor”; “y descu-
              brir dolores en las cosas nombradas”. O bien como este poema
              que nos provoca transcribir por entero antes de levantar la
              mano para saludar al que lo ha escrito como quien se aleja de su
              memoria para volver:








       Lectura comun heterodox   55                                    13/4/10   12:35:18
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