Page 424 - Lectura Común
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Espérame, yo soy el advenir.
La música también piensa 2 [ 423 ]
Nada anuncia tanto lo esperado como el advenire, ese infini-
tivo que nos cede la vieja lengua del Lascio para explicarnos que
algo, desde lo impalpable, sucede o acaece. Nada es más rilkeano
que su raíz nutricia de anunciación y venida. El maestro de las Ele-
gías de Duino hubo de aguardar hartos años de encierro (volunta-
rio, ansiado) en castillos y torreones hasta que ocurriese la llegada
de la voz de lo Abierto (ese espacio interior del mundo, ese Afuera
cósmico del espíritu) para que adviniera el poema, la Obra. Nada
es más próximo al Verbo creador —por transmutador— que tal
palabra. Ella avisa sobre el adviento, que es término de nativi-
dad, la irrupción, desde lo ignoto, de su augurio o suceder. No por
azar Rilke nominó de tal guisa a una de sus plegarias a Dios, a su
2 Palabras liminares del XV edición del “Festival A Tempo”, Caracas 2008.
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