Page 262 - Lectura Común
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La lectura común                            Nuestra sombra iluminada
                  Tuvo que allegarse a la Casa Nacional de las Letras Andrés
              Bello el alto escritor y pensador chileno Volodia Teitelboim a
              aventar nuestra desidia bellista al advertirnos que a la trascen-
              dencia que prestigia la vida y obra del venezolano errante como
              gramático, académico, educador, poeta y humanista, súmase
              en estos tiempos su indesmayable desvelo por afianzar nuestra
              integración latinoamericana. “Bolívar —sostuvo Teitelboim—
              fue nuestro libertador político; Andrés Bello, nuestro libertador
              intelectual”.
                  A ese Bello diverso y humano, leído a la ligera o mal leído; a
              ese Bello de vida y obra sorprendentes, siempre actual y nove-
              doso; al caraqueño de carne y espíritu, no el de piedra y nomen-
              clatura de avenida y urbanización, ha determinado la Institución
              que lleva su nombre rescatar para beneficio y honra de Venezuela,
              mediante una disímil programación de cátedras y cursos acadé-
              micos, seminarios, talleres, lecturas colectivas, ediciones, con-
              cursos y convenios interinstitucionales que alcancen tanto a uni-  [ 261 ]
              versitarios y estudiantes como a la población toda y sobremanera
              al país distante de nuestras autopistas y nuestro encierro urbano.
                  De esta exhumación del Bello relegado o silenciado, se nutre
              la lectura integral de Venezuela de la Institución del Ministerio
              del Poder Popular para la Cultura en la que tienen indistinta rele-
              vancia la poesía, la narrativa, el ensayo, la teatralidad, la litera-
              tura indígena e infantil, la oralidad, la memoria musical y cuyos
              cultores profesionales hacen causa común con los artesanos de
              la palabra y la melodía, sin que medie distancia estética entre el
              autor de renombre y quienes apenas tienen nombramiento y asi-
              mismo quienes sufren dolencias psíquicas o se hallan reducidos a
              las rejas.
                  En estos días que preceden a un nuevo aniversario del
              nacimiento de Andrés Bello, despertamos de nuevo a la ilusión
              de que no habrá de tardar el tiempo en que su obra y su nombre
              anden en nuestro pensamiento y en nuestras bocas y así lograr
              que su larga añoranza por la ciudad y el país, a los que su destino de






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