Page 168 - Lectura Común
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La lectura común                            Nuestra sombra iluminada
              siempre como metáforas de lo que nos ocurre y de lo que es sobre la
              tierra de los hombres víctimas del coraje y de la redención.
                  Lo demás es deleznable, es confidencia a flor de anécdota o cita-
              ción de tragalibros, porque de nada o poco vale endilgarle al gran
              escritor torpezas formales, digresiones sociológicas, estrecheces
              de criollismo, la preferencia del “había una vez” y la desestima por
              las incursiones subterráneas joyceanas y la inteligencia del corazón
              proustiano. Lector a ratos, lo suponemos aficionado a Pérez Galdós,
              Gallegos fue y es sobre todo la mirada de un cineasta y un drama-
              turgo (no pocas veces se encaminó hacia el cine y el teatro), su pasión
              fue el inclinarse sobre su cuaderna-vía de apuntes y su máquina de
              escribir. En verdad que eligió la reflexión, pero ¿qué valen sus indis-
              cutibles bondades de pensador ante esa imaginación literaria que
              hizo posible a la trilogía de Doña Bárbara, Cantaclaro y Canaima,
              la cual persiste sobre las docenas de novelas de irregular valía que
              escribiera hasta la víspera de sucumbir, cuando abril de 1969 recién
              nacía?                                                       [ 167 ]
                  Rostros y almas como el puñal, el veneno, la traición, la venganza
              y como la nobleza, la inocencia y la franqueza pueblan la llanura
              de Doña Bárbara; la soledad y el mediodía, la canta y el caballo, la
              porfía y el horizonte andan en Cantaclaro; la pequeñez humana, la
              miseria moral y el dominio de lo salvaje sobre el espíritu, conviven
              en Canaima. Una atmósfera elegíaca recorre las tres obras maestras,
              una elegía —dije— por querer calificar así el poder poetizador de sus
              descripciones, sus viajes de soledad por el paisaje venezolano, esto
              es por el espíritu intemporal que lo habita, indestructible como su
              matorral y su espinito, irrefrenable como el potro de sus horizontes,
              intratable como su selva cuando la agreden, cuando la humillan.
                  Sobre el escritor y el servidor público, sobre el novelista, el
              maestro y el traicionado presidente de Venezuela, ha escrito
              Maritza Jiménez un ensayo con acento de reportaje periodístico
              por encomienda de Sacven, la Sociedad de Autores y Composito-
              res de Venezuela.








       Lectura comun heterodox   167                                   13/4/10   12:35:39
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