Page 122 - Lectura Común
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La lectura común Por el ojo de la letra
comprensión de una diversidad regional que termina por ser única,
afianzada en un pasado y un mismo destino: el del sentimiento liber-
tario como acción de insurgencia durante nuestra gesta indepen-
dentista, cuya brasa está muy lejos de extinguirse, porque aviva aún
en la sangre de sus descendientes, y el sentimiento fabulador como
impulso de la copla y el habla. Decir y leer el llano son, en cierto
sentido, consustanciales, porque la sabana educa a quien en ella nace
o en ella es. Se habla y se escribe en llanero, y el llano, a más de
paisaje, casa de vida y de eternidad, es llaneridad, oficio, comporta-
miento y sobremanera, nostalgia, porque nada es más nostálgico que
el horizonte.
Libro a libro, el del género más disímil, hasta el más emblemá-
tico y, diríase, definidor de una región, el de la poesía, leemos el llano
con Leonardo Ruiz. Entendemos, al detenernos en cada párrafo,
cada subtítulo, que la lectura del llano, que leer llano, sobrepasa no
pocas veces la propia procedencia regional. Hay poetas y escritores
que han hecho de la sabana su hábitat literario, tanto o más que aque- [ 121 ]
llos que en ella han nacido y que por ella, como el pasaje, suspiran.
Se hace, pues, recuento en el libro que comento de esa escritura y esa
fidelidad regional. Desde el cronista misionero, el historiador anti-
guo y el moderno, el memorialista de otrora, el académico y el intui-
tivo, o quien, como José León Tapia, vence los límites de lo histórico
y lo ficcional, hasta la poesía, la de nombre propio y la que carece de
hierro de propiedad, el ensayo de Leonardo Ruiz habrá de servirnos
de guía, gracias a su baquía en el tema que ha asumido para redac-
tarlo, en cualquier acercamiento que hagamos al horizonte, ese cír-
culo de tierra y cielo que tiene por casa una tierra sin límites, que es
menos la que nos circunda que la que en nosotros se adentra.
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